Adolfo Millabur, alcalde de Tirúa: «Los Pueblos Originarios de América Latina, y especialmente los de Chile, pueden colaborar a cambiar el paradigma de entendimiento que tenemos hoy»

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Ad portas de un proceso constituyente, faltando el reglamento que determinará el plebiscito y cómo de dispondrán las dos alternativas de discusión del nuevo texto, ¿cómo observan ustedes la posibilidad que se abre de integrar a los Pueblos Originarios y colocar en la Constitución temas como el reconocimiento y la Plurinacionalidad?

Es una oportunidad para Chile, es algo desconocido, algo a aprender. Cambiar nuestras formas de convivencias. Hasta ahora, siempre se ha hecho a través de crisis muy violentas imponiéndose la visión de un solo lado, la cual se ha traspasado a cada Carta Magna que se ha redactado.

Con respecto a los Pueblos Originarios, tengo cierto escepticismo. Es extraño para los mapuche pedir cupos especiales en una discusión ante los invasores, siendo que este siempre ha sido nuestro territorio. No obstante, creo que pueden abrirse espacios de participación, en minoría naturalmente, por lo tanto, no hay que generarse tan expéctativas en cuanto a estos cupos especiales. Entonces, será muy importante cómo argumentar, frente a la visión monocultural chilena, en torno a impregnar la nueva Constitución con el concepto de Plurinacionalidad e Interculturalidad, que son conceptos complementarios. Es importante que nos nos vean con temor: los Pueblos Originarios de América Latina, y especialmente los de Chile, pueden colaborar a cambiar el paradigma de entendimiento que tenemos hoy.

Hay una crisis civilizatoria global, expresada en el neoliberalismo, que amenaza nuestra convivencia y la existencia del planeta. Estamos obligados a llegar a acuerdo, de lo contrario el espacio que ocupamos se acabará. Esta es la invitación que debemos hacerle a la comunidad chilena: lograr a acuerdos no para beneficiar a un solo grupo sino convivir a través de nuestros distintos aportes.

Por ejemplo, tanto la Plurinacionalidad como la Interculturalidad no pueden ir desajustadas de la descentralización. El tema territorial es importante no solo en la Constitución sino en la composición de quienes integren una asamblea constituyente. Hay que ponerle valor a los territorios que están en la periferia de los centros de poder. Esto no se ha discutido hasta ahora en el acuerdo que se firmó en el Congreso. Hay nuevas formas de entenderse que no se pueden desatender. Sin embargo, observamos ciertas señales de que esto será difícil. El acuerdo que tomaron en Valparaíso tiene problemas de forma y fondo. En la forma, hay un desapego de lo que pidió la gente en términos de transparencia, el sentido común de la población; que se haya firmado entre gallos y medianoche, mientras el pueblo dormía, y al día siguiente aparezca este gran acuerdo con toda la música y, además, amanece la Plaza de la Dignidad vestida de lienzos blancos, uniformada, con la leyenda “Paz”. Bombofica tiene una frase para referirse a este tipo de acciones. La forma le quita la legitimidad a un acuerdo muy importante.

Un abuelo mapuche decía, mientras se peleaba contra los españoles, en una carta al gobernador de la época que él no tenía problema alguno en conversar, siempre que fuera a luz de día, cuando el sol esté saliendo y la brisa de la mañana lleve el eco de la palabra a todos los rincones del Wallmapu. Esto es lo que falta hoy; hablar a luz de día, frente a la comunidad. Como dice Claudio Alvarado Lincopi, la cocina política debería parecerse a las cocinas comunes que había en Dictadura, pero los que están en el Congreso al parecer se olvidaron de esa “olla común”. Hay falta de sintonía con la comunidad.

El acuerdo no reconoce la territorialidad, la presencia de los Pueblos Originarios ni la paridad de género.

Además, veo con sospecha lo de los 2/3. Cuando algunos dice que es una hoja en blanco, hay dos señales: una constitución minimalista con las cosas esenciales y, otra, qué pasa cuando no haya acuerdo en materias como el agua. Hoy está en manos de privados con rango constitucional; si no hay acuerdo, no queda en la Constitución pero se podría, según dicen algunos, cambiar con una ley simple. En esto existe el riesgo de que estemos al vaivén de la política de los gobiernos de turno frente a algo sobre lo que necesitamos certeza y estabilidad política frente a la comunidad.

Al parecer hay dos alternativas para incorporar a los Pueblos Originarios en la asamblea constituyente. Una es armar listas independientes con padrón propio, evitando que los candidatos vayan dentro de los partidos políticos, y la segunda es que los partidos abran cupos en sus propias listas. ¿Han estudiado cuál alternativa les parece la más adecuada?

Hay un acuerdo no develado, con letra chica. Sabemos que se usará el mismo sistema de la elección de diputados. Si nos atenemos a esto, no tendríamos representantes; ahora, solo tenemos a la lamgen Nuyado. Entonces, con esta fórmula, no entran los Pueblos Originarios aunque vayan en las listas. Solo se considera el factor poblacional. Si queremos convivir de forma distinta, debemos cambiar los equilibrios. Este acuerdo señala de que el que tiene, mantiene.

Sé que gente de la oposición quiere pedir un 15 % de representación de Pueblos Originarios en la asamblea. Qué pasa si hay una lista especial de comunidades indígenas. Hay que evaluar el aspecto socioeconómico, no solo incorporar gente con acceso a financiamiento.

¿Están armando alguna propuesta sobre el mecanismo más idóneo dentro de los márgenes que permite el proceso constituyente para entregar una representación lo más fidedigna posible a, por ejemplo, el pueblo mapuche?

Que se configure una asamblea plurinacional con distribución territorial y paridad de género. Aún no tenemos una propuesta consolidada.

Considerando que se supera este primer tema y vamos a la discusión del texto constitucional. ¿Cómo podrían colocarse temas relevantes para ustedes considerando que, dado el quórum, será difícil tener 2/3 de los delegados a favor de la Plurinacionalidad?

Hay varias experiencias disponibles, en Europa y América Latina, con los matices debidos. Lo que le asusta a la clase política es la Plurinacionalidad entendida como separación; eso no está en cuestión. Los Estados deben reconocer a los Pueblos o Naciones que conviven dentro de su territorio. Esto aparece en una declaración de la ONU suscrita por Chile. Estamos muy acostumbrados a relacionarnos bajo la premisa de un solo Estado, una sola nación, una sola cultura. Esto es muy occidental y la realidad de Chile es otra: están los mapuche, los aymaras, y una Constitución debe reflejar la diversidad del país. Esto se tendrá que discutir en la asamblea. Podría haber, por ejemplo, un artículo que diga que Chile es una República comunitaria, plurinacional e intercultural, democrática y descentralizada, a modo de pilares que preserven la cohesión. Cuando se discuta la plurinacionalidad en profundidad, se deberá revisar cómo se administrarán los territorios de acuerdo a la cosmovisión de los espacios en que habitamos. No les puedes pedir a los aymaras que se rijan según el rehue, por ejemplo, porque esta es una forma de administración sociopolítica mapuche. Tenemos que readecuar la institucionalidad pública de acuerdo a las particularidades del territorio. Por esto, es importante que estemos adentro con el fin de agilizar estos acuerdos.

En el caso de que se dé la posibilidad de integrar delegados indígenas en listas de partidos políticos, protegiendo la posibilidad de asegurar un 15 % de representantes, ¿cuál sería el perfil de los candidatos? ¿Intelectuales, lonkos? ¿Cuál sería la mejor manera de representar al pueblo mapuche?

Lo más diverso posible. Un pueblo no puede se representado solo con un segmento. Necesitamos gente que sepa de leyes,también gente que no necesariamente haya pasado por una universidad pero entienda nuestra cosmovisión, con el fin de que los conceptos que pongamos en la asamblea estén arraigados en la cultural de nuestro pueblo. La representación no puede atribuírsela un solo sector.