Investigador responsable Joseph Gómez

Patrimonio Cultural y Estéticas de la Identidad


¿De qué modo la cartografía de lugares puede ayudar a comprender cómo se han reconfigurado las ideas de patrimonio desde los pueblos originarios? ¿Cómo la comprensión de un territorio por parte de una comunidad se enfrenta con las concepciones patrimoniales occidentales? Estas son las preguntas que ha intentado responder el investigador Joseph Gómez a través de su investigación en tres territorios de reminiscencia indígena: Galvarino, la isla Huapi-Budi y Quillagua. Su proyecto se planteó cartografiar sitios y lugares, relacionándolos con los procesos de memoria y patrimonio de los pueblos originarios vinculados con las zonas exploradas. Es un proceso participativo y colaborativo, tomando a aquella cartografía como una especie de herramienta que permita comprender cómo se han reconfigurado las ideas sobre patrimonio desde la perspectiva indígena. La comunidad participa en la formulación, ubicación e interpretación de los lugares, reivindicando su autoconocimiento y autorrepresentación.

La información recabada en las tres zonas demuestra que las lógicas interculturales no son similares; aunque el Estado sea el mismo, hay problemáticas locales que determinan cómo se modelan las representaciones de patrimonio y memoria.

“Al ser un tema de construcción de territorio, identidad y propiedad, nos planteamos el problema de qué pasaba con los con y sin tierra, qué diferencia había en la manera de presentarse y asignar los procesos de patrimonio y memoria entre estos dos tipos de comunidades”, explica Joseph Gómez. Esto es particularmente relevante en los casos de Galvarino y Huapi-Budi. En la primera, la comunidad está muy marcada por la memoria del despojo; en tanto, en Huapi-Budi esto no ocurre, ya que las comunidades poseen tierras. “Trabajando con la gente de Huapi-Budi nos dimos cuenta de que el problema principal tenía que ver con que la mayoría considera que la subdivisión en comunidades, realizada por la dictadura, creó conflictos internos, problemas sociales tales como alcoholismo, disolución de relaciones familiares y también la pérdida de tradiciones”. ¿Qué es lo produjo en esta comunidad la depauperación de las autoridades y tradiciones? Se destruyó la estructura tradicional que es el rehue; una entidad multidimensional que es natural, política y cultural. Aquí resaltan los problemas que estriban en que las nomenclaturas occidentales vigentes no pueden albergar un concepto tan vasto como lo es el rehue.

En cuanto a Quillagua, y la comunidad aymara que allí vive, el contexto es bastante opuesto. Hablamos de una zona minera donde la carretera circula muy lejos del pueblo, donde las aguas se han contaminado y se ha suspendido el tránsito ferroviario. La presencia del Estado solo se limita a la entrega de pequeñas subvenciones para desarrollo de huertos hidropónicos o al paso de camiones aljibe. Los reclamos de tierra, en tanto, también son desatendidos. “Quillagua es una zona donde la cantidad de bienes culturales es impresionante: el valle de los meteoritos, petroglifos, el tranque Sloman vinculado al salitre, catorce o quince salitreras, patrimonio precolonial, colonial y republicano. Además, es el lugar más árido del mundo”, explica Joseph Gómez. Quillagua alguna vez fue un oasis donde había comercio. Es una pequeña comunidad pauperizada que intenta luchar por ciertas reivindicaciones, pero sin mayor éxito.